LA LEY DE TURISMO ES UNA BURLA A LOS DERECHOS DE LOS CONSUMIDORES DE TRANSPORTE AÉREO.
Resulta descarada la forma en que
la ley 1558 de 2012, conocida como ley de Turismo, en su artículo 25, parágrafo
2, excluyó expresamente toda posibilidad de aplicación del Estatuto de Protección
a la Consumidor (Ley 1480 de 2011) y la competencia de la Superintendencia
Industria y Comercio en el sector del transporte aéreo. Al tenor de la
mencionada norma las quejas de los consumidores de transporte aéreo, que cada
día son más, se resolverán por la Aeronáutica Civil con base en normas
especiales, específicamente la ley 300 de 1996 y el decreto 2438 de 2010. El
verdadero problema radica en que las normas aplicables contienen un régimen
laxo de protección consumidor y además no sancionan muchas conductas y
prácticas como las contenidas en la Ley 1480 de 2011, que por lo tanto quedarán
por voluntad del legislador sin sanción alguna, veámoslo. La ley 300 de 1996
exige calidad y cumplimiento en la prestación de servicios turísticos, lo cual
tiene que ver con la garantía del servicio, pero esta norma no contempla
parámetros claros para la exigibilidad
de tales obligaciones. Igualmente obliga en caso de sobreventa al prestador del
servicio a cumplir de igual calidad o rembolsar el dinero al turista, pero no
sanciona al operador de ninguna manera por la conducta abusiva. Además
establece un procedimiento engorroso para el consumidor para hacer valer su
derecho. Mientras tanto el decreto 2438 de 2010 que regula la responsabilidad
de las agencias de viajes, solamente consagra el deber de información a cargo
de las agencias, requisitos de información en la publicidad, y unos eventos de
responsabilidad que más bien parecen un régimen de protección a las agencias de
viajes. Tenemos entonces que esas dos normas, que se encuentran lejos de ser un
régimen de protección al turista (más bien de desprotección) serán a partir de
ahora “el régimen de protección al consumidor de servicios turísticos”. Es ese
orden de ideas, todos los aspectos regulados en la ley 1480 de 2011, que ha
sido alabada por promover una protección integral al consumidor, serán letra
muerta en la materia. Aspectos como los siguientes de manera absurda no se aplicarían
en la materia: el control contractual y las cláusulas abusivas, las sanciones
drásticas a la publicidad engañosa, las garantías de servicios, el régimen
probatorio a favor del consumidor.
En la Superintendencia de Industria y
Comercio se siente el malestar al respecto, y así lo expresó el Superintendente
recientemente en un foro sobre la materia, e igualmente en sectores académicos
especializados y ligas de consumidores el desconcierto es palpable. Creo
personalmente que este es un caso en que se legisló dolosamente en contra del
consumidor, es un atentado claro contra la ley 1480 de 2011 y contra la
Superintendencia de Industria y Comercio, que debería ser la única autoridad en
la materia, porque es la única entidad que muestra eficiencia y resultados
claros en materia de protección al consumidor. Ese mismo fenómeno lo vivimos hace
algunos años en materia de protección de la competencia.
La culpa finalmente la
tiene la misma redacción de la Ley 1480 de 2011, que como lo señalamos en foros
académicos desde que se tuvo conocimiento del texto definitivo, dejó en el
artículo 2º un boquete muy grande para ser burlada en detrimento de los
consumidores colombianos. Y el texto de ese artículo tal y como quedó,
revisando el proceso legislativo, no fue ingenuo. Nuestros temores acaban se
der confirmados, la ley 1480 así como van las cosas no va a servir para otra
cosa que como sofisma de distracción para pisotear los derechos de los
consumidores. El decreto 3466 de 1982 era precario en la cobertura temática, lo
que lo hacía obsoleto, pero tenía vocación de aplicación general como un
conjunto de mínimos, con la ley 1480 la cobertura temática es amplia pero el
ámbito de aplicación de la norma es mínimo. Una pregunta: ¿es posible que una
norma que supuestamente es el régimen general
de protección al consumidor en Colombia no se aplique en muchos sectores
de la economía? Semejante exabrupto jurídico no resiste el peso de un examen a
la luz de los postulados de la Constitución Política. Eso esperamos. Así el
Ministerio de Industria, Comercio y Turismo reglamente esa ley un decreto no
alcanzará a tapar el error cometido.
Juan Carlos Villalba Cuellar
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